El
Dr. Vera y su señora Dra. Rivas en la promoción de la nueva carrera de
Bioingeniería, 2004
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No
es fácil escribir sobre alguien fallecido. Más difícil aun si no alcanzaste a
compartir con esa persona. Sin embargo, en esta vida vamos dejando marcas,
huellas y anécdotas con aquellos seres humanos con los que interactuamos. Este
texto es una construcción basada - con mucho respeto - en aquellas marcas,
huellas y anécdotas recogidas en el tranquilo living de la casa del Dr. Juan
Carlos Vera Cárcamo (Q.E.P.D), junto a un té, a sus gatos y a quien fuera su
compañera de vida, la Dra. Coralia Rivas, su “reina”.
La
familia del profesor Vera proviene de Chiloé, y sus primeros años de infancia
estuvieron marcados por la lectura sistemática de la gran biblioteca que había
en su casa. Desde libros de “cow boys”
hasta los grandes clásicos de la literatura, todos ellos acompañaron las tardes
y noches, a la luz de las velas, de Juan Carlos. Un niño que a la edad de 4
años fue sorprendido ayudando a realizar las tareas de sus hermanos mayores.
Fue cuando sus padres, ambos profesores, notaron que el tercero de sus hijos
había aprendido a leer por su propia cuenta.
En
búsqueda de mejores oportunidades para la educación de sus hijos, la familia
Vera Cárcamo cruzó el canal de Chacao y se establecieron en la ciudad de Valdivia.
De esta manera, Juan Carlos realizó su educación secundaria y universitaria a
orillas del río Calle Calle. De la mano
de sus cuadernos en los que tomaba cuidadosa y ordenadamente sus apuntes, en
1980 obtiene el primero de muchos títulos: Bachiller en Ciencias (Biología) en
la Universidad Austral de Valdivia. Al año siguiente, 1981, su primer
postgrado: Magíster en Ciencias
(Biología Molecular). Luego, en 1993 y en la Universidad Autónoma de Madrid, en
España obtiene su Doctorado. Pero ese fue el primero, porque tres años después,
en 1996 vuelve a su alma mater y obtiene su segundo Doctorado, en la
Universidad Austral. Universidad que en su aniversario número 50 homenajeó a
los mejores estudiantes que han pasado por cada facultad. Así, dicha casa de
estudios, el 2004, reconoció al Dr. Vera como el mejor profesional egresado en
la historia de la Facultad de Ciencias.
Pero
la ciudad de la Isla Teja no sólo formó académicamente al Dr. Vera, pues en
este lugar fue donde también conoció a quien sería su esposa, la Dra. Coralia
Rivas. Junto a ella voló a Estados Unidos el año 1986 donde siguió trabajando,
primero en el Departamento de Bioquímica y Biofísica de la Universidad de
Colorado, en Denver y luego en el Memorial Sloan-Kettering Cancer Center en
Nueva York. Siempre junto a Coralia, aprendió nuevas formas de investigar y de
trabajar en laboratorios lo que fue nutriendo una cultura de trabajar en
equipo, involucrando y valorando las capacidades de todas y cada una de las
personas.
Y
es justamente esta una de las características más reiteradas sobre la
personalidad del Dr. Vera, su calidez humana. La Dra. Ana Cabanillas, actual
Vicedecana de nuestra facultad así lo confirmó cuando recordó una frase muy
habitual de Juan Carlos y que da cuenta de lo anterior: “la ciencia no es para
superdotados.” Para Ana, la partida del Dr. Vera significa una gran pérdida
para la comunidad de Ciencias Biológicas pues él “era un promotor y claro
ejemplo del trabajo de investigación colaborativo, donde todos y todas ganan, se
empeñó en favorecer el trabajo donde todos podían brillar. Sin la necesidad de
opacar al otro. Traía el equilibrio a nuestras vidas.”
Llevaban
varios años viviendo en Estados Unidos, sin embargo Juan Carlos – JC – y su señora Coralia visitan Chile regularmente,
sobre todo durante las fiestas de fin de año. En Enero del 92 vienen por
primera vez a Concepción a ver a sus grandes amigos Silvia Constabel y Carlos Oyarzún
que se encontraban realizando el Doctorado en Ciencias Ambientales, dictado por
el EULA. En esa ocasión, no se llevaron una buena impresión de la ciudad. No
les gustó mucho, pero si sus alrededores y, sobre todo, el campus Concepción de
nuestra Universidad. “Una vez que cruzamos el arco de la Facultad de Cs.
Biológicas quedamos maravillados, era todo tan hermoso, tan verde, como un
college,” recordó Coralia y agregó “… y le dije a JC, si alguna vez volvemos a
Chile, a esta Universidad tenemos que volver.”
Y
así fue. Tuvieron que pasar ocho años más de trabajo e investigación en el
Laboratorio de Hematología Celular y Molecular del programa de Farmacología
Molecular en el Memorial Sloan-Kettering Cancer Center en Nueva York, antes que
decidieran venirse a Chile. A la Universidad de Concepción. A nuestra Facultad.
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Una
de las tantas ideas que trajo consigo Juan Carlos Vera fue la de implementar
una carrera de pregrado para nuestra Facultad.
En esos años aún no existía Bioingeniería y la Facultad dictaba sólo
programas de postgrado. Pero siendo él un visionario, fue cimentando la idea en sus pares de
formar a estudiantes con una sólida base en la ciencia básica sumada a una
fuerte aplicación en los distintos lugares de desempeño profesional. Coralia
recuerda “siempre hemos pensado que la ciencia básica no se separa de la
aplicada, es su continuación natural y
por eso JC siempre consideró muy importante que los y las estudiantes salgan a hacer
sus prácticas y busquen soluciones a problemas reales. Ese era el camino y él
lo vio mucho antes.”
Dos
años después de llegar, el 2002 es Director del Departamento de Fisiopatología
y al año siguiente ya es Profesor Titular y Director del programa de Doctorado
en Ciencias Biológicas, área Biología Celular y Molecular. Gracias a la
adjudicación de, por lo menos, 22 fondos concursables para sus proyectos de
investigación “fuimos modernizando los laboratorios y los espacios en general,
queríamos que entre la luz, como un símbolo de transparencia y acceso” explica
Coralia.
Sus
estudiantes lo recuerdan como un hombre extremadamente inteligente, de pocas
palabras, de caminar veloz y con una gran disposición a escuchar y aconsejar.
Ayudó a muchas personas en su camino, les acogió en su hogar y más de alguna
vez dio, de su bolsillo, recursos económicos si alguno de sus estudiantes lo
necesitaba. La Dra. Ana Cabanillas, explica que “el profesor Vera no sólo
ayudaba académicamente, él estaba siempre disponible para sus estudiantes y si
alguno de ellos pasaba por algún mal momento, era capaz de abrir las puertas de
su casa e incorporarlo como un miembro más de su familia.”
Y
así pasaron 15 años trabajando en la Universidad de Concepción. Su último lugar
de investigación, el Laboratorio de Antioxidantes donde, según recuerda Coralia,
se dedicó como siempre a la búsqueda de la verdad basada en un conocimiento
científico aplicado para el beneficio del ser humano. Lo más importante al
final, era mejorar el estándar de vida de las personas.
La
mañana del viernes 14, como muchos comienzos de jornada, bajó a preparar el
desayuno a su esposa Coralia quien se recuperaba de un resfrío. Pero no volvió
más. Desde ese terrible y trágico momento, siempre estuvo acompañado de algún
miembro de la comunidad de Ciencias Biológicas, su familia.
Mis
respetos y condolencias a su señora, a sus amigos y colegas. Siempre es triste
la partida de un ser querido, pero hay personas que dejan marcas, huellas y
anécdotas que nos recuerdan lo que finalmente importa en esta vida y permiten
que uno(a) vuelva a creer en la humanidad.
La semana pasada nos dejó una de esas personas. Hoy, la familia está de
luto.
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