Cristián Espinoza, Francisco Montero y Carlos
Morales
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Decisión, empuje y certidumbre del éxito son
parte de los atributos que definen una clara personalidad que reúnen tres
alumnos tesistas de la Carrera de Bioingeniería que imparte la Facultad de
Ciencias Biológicas, cuya actitud frente a la vida es de entusiasmo y de
atreverse siempre a luchar por sus sueños hasta obtenerlos.
En efecto, estos tres alumnos de
bioingeniería Cristian Espinoza, Carlos Morales y
Francisco Montero
en un trabajo mancomunado lograron obtener un producto para ser utilizado en la
alta minería con la creación de un producto industrial que han llamado
“bioflotación”, un concepto nuevo en el proceso del tratamiento y obtención del cobre y otros
minerales; se trata de utilizar reactivos de origen biológico para poder
recuperar más cobre, tecnología que permite que los procesos sean más limpios,
este bioreactivo se obtiene, mediante la utilización de bacterias.
Cristián, Carlos y Francisco participaron en
el Foro Mundial de Emprendimiento Universitario que se realizó esta vez en
Santiago de Chile, obtuvieron el segundo lugar en el Concurso llamado “Pittch”,
en el que participaron como alumnos del Programa Emprendo de la Universidad de
Concepción, en este evento compitieron con estudiantes de otras universidades
del país, en el marco de presentación de ideas innovadoras. Este segundo lugar
fue compensado con la cantidad de US$300 en reconocimiento al trabajo
presentado.
“Nosotros estamos llegando un poco más lejos con este
proyecto que es la bioflotación, explican Francisco Montero y Cristián
Espinoza. Hoy se ocupan reactivos químicos que permiten la separación de cobre
de los demás minerales, uno de los principales es el coopperplat, y ese proceso
tiene eficiencia estándar, que es un reactivo de la biominería que contamina y
no es amigable con el medioambiente. Lo nuestro no contamina y es más
eficiente.
¿Cuál
ha sido la recepción hasta ahora de la parte de la gran minería?
Hemos tenido la suerte, como equipo, para validar
el interés del mercado en este producto, señala Francisco Montero y agrega, viajé
a la ciudad de Antofagasta para reunirme con importantes personas de la
comunidad científica, autoridades regionales y, por supuesto, la industria cuprífera”.
¿Invitado
por alguien?
No, fue una decisión nuestra, a nosotros nos importó
comprobar el interés de la industria minera y la validación de mercado. Entonces,
nos dijimos, estamos con todo en este proyecto, estamos super entusiasmados, y
tenemos la convicción plena de lograrlo, de manera que hice el viaje. Me
contacté con el Seremi de Minería de Antofagasta, Rodrigo Mendiburú, con el
Seremi del Medio Ambiente. Con respecto a gente de la industria contacté a Juan
Carrasco de EstratoCooper, jefe de
producción, con Marcelo Branodanovic que es gerente de Desarrollo e Innovación
de Minera Esperanza. Ahora, estamos pronto a sacar nuevas reuniones, nuevos contactos que nos permitan en
etapas tempranas, consolidar y llevar adelante el proyecto. Dentro de la
comunidad científica nos contactamos con la Dra. Pamela Chávez, de Aguas
Marinas una empresa dedicada el ciento por ciento a implementar la
biotecnología a los desafíos de la industria minera.
¿Vuelven
nuevamente a Antofagasta?
Efectivamente, responde Francisco, lo que
sucede es que en los países europeos y asiáticos, especialmente en China, se
realizan simposios sobre biohidrometalúrgica, son eventos muy importantes a
nivel mundial y por primera vez se hará en Chile, se realizó en Antofagasta a
comienzos de octubre. Así, logré mediante estos contactos generar una beca que me
permitió participar en el evento. Nos interesa conseguir contactos o vínculos
más concretos y ser un canal más dinámico entre la industria minera con sus
principales desafíos, dado que los bioingenieros podemos hacer mucho en esta
área.
¿Interés
de la Minería?
Esta innovación es una iniciativa propia,
llevamos un año trabajando en esto, hemos estado chequeando datos, aprendiendo
harto, hablando con harta gente. Las mineras y la comunidad científica han
mostrado mucho interés por esta nueva área que se pretende implementar. Hemos hablado
con inversionistas y personas que son entendidas en los temas de comercio y
negocios, lo que hasta ahora es nuestro punto débil, siempre nos indican cuánto
es el costo asociado a esta iniciativa, según nuestros estudios esta tecnología
permite aumentar un 1% de rendimiento de recuperación y en el concepto de ahorros
de la gran minería serían alrededor de 250 millones de dólares anuales.
¿Hagamos
un análisis de la carrera que los ha formado?
La recepción que hemos tenido de la Facultad,
a nivel de los recursos económicos y el principalmente, apoyo del Decano, agrega
Cristián, pues en cada que vez que le solicitamos una reunión, para explicarle
lo que estábamos haciendo mostró mucho interés, en ese sentido nos sentimos muy
reconfortados, pues él nos ha apoyado en todas las iniciativas que le hemos
planteado, y creemos que sin su aporte, a lo mejor nosotros no habríamos podido
ir a congresos, no habríamos podido haber participado en estas actividades; nos
escuchó, y nos dijo: “chiquillos, háganlo.”
Un
camino laborioso
La verdad de las cosas es que nos ha costado
harto llegar adonde estamos, declaran ambos, pero ha sido muy enriquecedor,
hemos aprendido, hemos tenido experiencias tremendas, hemos tenido contacto con
personas muy importantes, pues nos hemos dado cuenta que si uno quiere alcanzar
una meta hay que saber prepararse, seguir adelante, perseverar, ser proactivo,
tomar iniciativas, de otra manera no se consiguen las cosas.
Creemos, concluyen, la carrera de Bioingeniería
debe entregar competencias emprendedoras y mantener relaciones con personas del
mundo de las actividades productivas.
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